Meredith Fineman

Writer & Founder

Washington, DC

I moved 5,000 miles away, to a city I had never been. I took a continental leap of faith, that was the best decision I've ever made.

For me, leaning in meant getting out. Of the country, I mean.

When I graduated from college, the job market was bad. And I mean really bad. I calculated it -- and I did 96 first-round interviews and second-round interviews, and dozens of "informational" interviews. "Informational" interviews are really the worst because, in all honesty, I don't really need any more information. Are you going to give me the job or what? I learned case study interviewing. I tried to memorize boxes and graphs and charts about consulting.

No matter how many rounds on the job carousel I went on, however, nothing felt like the right shiny pony to hop on and ride to a great career. At the end of my continual, endless job struggle, I faced a big choice. I could do what nearly everyone I knew from college was doing - move to New York. I could have found a job in marketing, and chased some bankers, found a token brunch spot, and a favorite view of Central Park. I had a job offer on the table in New York, but what I wanted was to get out of the bubble. I'm not discounting all of the incredible privilege I have felt and received throughout my life. In the words of autocorrect, I am one lucky motherducker. But I needed a drastic change.

So instead, I moved 5,000 miles away, to a city I had never been to, to work in advertising. And that place was Buenos Aires, Argentina. I took a continental leap of faith, that was the best decision I've ever made.

In retrospect, it was mostly crazy. But I figured, after majoring in Spanish in college and relentlessly studying the subjunctive, I could well...wing it. And so I did, after a brief crying jaunt at customs due to a lost bag (you really want your linguistic skills to shine, have some adrenaline and/or think you've lost all your underwear).

There is nothing more liberating than moving alone to a foreign country and figuring it out.

I had thea best year of my life, hands down. I met people from all over the world in BA's thriving expat community. I sped down the Uruguayan highway listening to Radio One to Punta del Este at 3 AM (sorry, parents!). I danced until six on the weekends, and consistently felt the weird and disorienting experience of it being night and morning at the same time. I got poured on in Rio de Janeiro and my bag washed away, to carry a trash bag up the Pao de Azucar and see one of the most beautiful vistas I've ever seen. I worked with young women who needed career advice and English help. I ate a nauseating amount of empanadas.

More than anything, I learned what it was like to build a life, a community, from scratch. I made friends with some people, because of a language barrier, I would never have been able to speak with. I learned how to swear properly. And I worked my tail off. I will never ever take for granted the ability and freedom to work in a first language again, because working in a second language is about ten times harder. I admire deeply those who working this country in a nonnative tongue.

My time in Argentina gave me tremendous distance, literally, from everything and everyone I knew. It took turning my life upside-down (or really, really far South), to figure out what I wanted. I came back to the United States with a fresh perspective, a new appreciation for the subtle linguistics of Don Omar, and a strong knowledge of myself. It was also in Argentina that my first forays into humor writing began, something that I passionately continue today both as an entrepreneur with my PR company and in my freelance writing work.

Who would've thought I'd find my voice in Spanish first?

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Cuando recién me gradué del colegio, el mercado laboral estaba mal. I cuando digo mal, me refiero a que estaba pésimo. Calculaba que hice por lo menos 96 entrevistas de primera y segunda ronda, y decenas de entrevistas “informativas”. Las entrevistas “informativas” eran las peores, porque honestamente no necesitaba mas información. ¿Acaso todos ustedes me van a dar el trabajo, o que? Aprendí entrevistas de casos. Trate de memorizas cajas y gráficos sobre consultoría.

No importaba cuantas rondas hacía en el carrusel de los trabajos, sin embargo, ninguna carrera esplendida parecía venir. Al final de mi continua lucha por buscar un trabajo, enfrenté una gran decisión. Podía hacer lo que todos en mi universidad estaban haciendo,  mudarme a Nueva York. Podría haber encontrado un trabajo en marketing, y perseguir a algún banquero, encontrar un lugar para desayunar y tener mi vista favorita de Central Park. Tenía una oferta de trabajo en la mesa para Nueva York, pero quería salirme de esa burbuja. No descartaba todo el increíble privilegio que había recibido a lo largo de mi vida. En otras palabras, soy una suertuda de mierda. Pero necesitaba un cambio drástico.

Entonces decidí mudarme a 5,000 millas de distancia, a una ciudad que nunca había estado, para trabajar en publicidad. Ese lugar fue Buenos Aires, Argentina. Tome un salto a un lugar desconocido, y resultó ser la mejor decisión que he tomado.

En retrospección, fue demasiado loco. Pero supuse que después de hacer una carrera en Español en mi Universidad y estudiar sin descanso el subjuntivo, podría… hacerlo. Entonces lo hice, después llorar en la aduana porque perdí mi maleta ( ese momento cuando en verdad quieres que tus habilidades ligústicas funcionen, tener un poco de adrenalina y/o pensar que perdiste toda tu ropa interior).

No hay nada mas liberador que mudarte sola a un país extranjero y solucionarlo todo.

Sin duda alguna, tuve el mejor año de m vida. Conocí personas de todas partes del mundo en Bs As. Fui manejando la carretera uruguaya escuchando Radio Uno hacia Punta del Este a las 3 de la mañana ( Lo siento Papás!). Baile hasta las 6 de la mañana los fines de semana, y continuamente sentía esa extraña sensación de que sea noche y mañana al mismo tiempo. Llovió demasiado fuerte en Rio de Janeiro, mojando todas mis maletas, lo que me llevo a cargar una funda de basura para subir Pao de Azúcar y poder observar una de las vistas mas hermosas que he visto en vida. Trabaje con una mujer que necesitaba consejos y ayuda con el ingles. Comí una cantidad desagradable de empanadas.

Mas que nada, aprendí que es construir una vida, una comunidad, de la nada. Me hice amiga de algunas personas, que debido a la barrera del lenguaje, nunca hubiese sido capaz de hablar. Aprendí a maldecir apropiadamente. Y trabajar como no lo había hecho antes. No daré por sentado la facilidad y libertad de trabajar en tu lengua nativa, porque trabajar con tu segunda lengua es diez veces mas difícil. Admiro profundamente a aquellos quienes trabajan en este país con una lengua no nativa.

Mi tiempo en Argentina me hizo distanciar, literalmente, de todo y a todos los que conocía. Hice un giro en mi vida de 180 grados ( Realmente muy lejano al sur), para encontrar lo que realmente quería. Regrese a los Estados Unidos con una perspectiva nueva, una nueva apreciación por las letras de Don Omar, y un fuerte conocimiento de mi misma. Fue también en Argentina que mis primeros intentos de escritura humorística empezaron, algo que continuo hasta el día de hoy como empresaria de mi compañía de relaciones publicas y mi escritura independiente.

¿Quién hubiese pensado que iba a encontrar antes mi voz en Español?

Meredith Fineman is the founder of FinePoint digital PR.